Las discusiones entre padres son comunes en cualquier hogar, especialmente cuando se trata de tomar…
La hora de comer con niños: cómo evitar peleas y rabietas
Hay días en los que la hora de comer parece una batalla. Entre los “no quiero”, los “no me gusta” y las rabietas que aparecen justo cuando te sientas a la mesa, muchos padres sienten que el almuerzo se convierte en una prueba de paciencia. Pero no estás solo. Comer con niños pequeños puede ser un desafío, y entender qué hay detrás de esos comportamientos es el primer paso para que ese momento deje de ser un campo de batalla.
Por qué la hora de comer se complica tanto
A menudo pensamos que los peques no quieren comer, pero la realidad es más compleja. Puede que estén cansados, que el ambiente sea demasiado ruidoso o que simplemente necesiten sentir que tienen algo de control. Para muchos niños, sentarse a comer no es solo una cuestión de hambre, sino también de emociones.
Además, los horarios de los adultos no siempre encajan con el ritmo de los niños. Si llegan con sueño o justo después de haber estado jugando, es normal que no quieran parar para sentarse a la mesa. En esos casos, más que falta de apetito, lo que hay es una falta de disposición.
Crea un ambiente tranquilo y predecible
Uno de los errores más comunes es improvisar las comidas. Cuando los peques saben que la hora de comer llega siempre a la misma hora y que la mesa es un lugar agradable, se sienten más seguros. Intenta evitar pantallas o distracciones, y en su lugar, aprovecha el momento para conversar o dejar que participen poniendo los cubiertos o sirviéndose agua.
También ayuda tener rutinas previas: lavarse las manos, sentarse juntos y empezar todos al mismo tiempo. Los niños necesitan señales que anticipen lo que va a pasar, y esas pequeñas rutinas ayudan a evitar conflictos.
No obligues, ofrece opciones
Cuando un niño se siente presionado a comer, su reacción natural es resistirse. Si en lugar de insistir le das pequeñas opciones (“¿quieres el brócoli o la zanahoria primero?”), estás devolviéndole parte del control. No se trata de permitir que decidan todo, sino de darles una sensación de participación.
Evita convertir la comida en un pulso de poder. Si hoy come menos, no pasa nada. El apetito de los niños varía según el día, la actividad y el cansancio. Lo importante es que haya variedad y que poco a poco asocien la comida con algo positivo, no con discusiones.
Sé un ejemplo
Puede sonar obvio, pero los niños aprenden más de lo que ven que de lo que se les dice. Si tú comes con gusto, pruebas nuevos alimentos y disfrutas del momento, ellos acabarán imitándote. Los peques no aprenden a comer solo por hambre, sino también por observación.
Y si alguna vez te frustras, recuerda que no se trata de que todo salga perfecto. Comer en familia también es aprender a convivir, a esperar turnos y a escuchar. Es parte del proceso.
Transforma el momento en algo compartido
A veces basta con cambiar el enfoque. En lugar de “tienes que comer”, piensa en “vamos a comer juntos”. Involúcralos desde antes: deja que ayuden a poner la mesa, que elijan entre dos platos o que participen en la preparación. Los niños que sienten que forman parte del proceso están más dispuestos a probar cosas nuevas.
También puedes aprovechar para contar historias, hacer juegos sencillos con los alimentos (“¿a qué se parece esta nube de puré?”) o simplemente hablar del día. Convertir el almuerzo en un espacio de conexión lo transforma todo.
Paciencia, constancia y cariño
No hay una fórmula mágica, pero sí hay tres ingredientes que nunca fallan: paciencia, constancia y cariño. Forzar, amenazar o chantajear con la comida solo aumenta la tensión. En cambio, ofrecer un entorno tranquilo, con límites claros y rutinas, hace que los niños aprendan a disfrutar de comer de manera natural.
Y si un día no funciona, no pasa nada. Todos los padres han pasado por ahí. Lo importante es seguir intentando que ese momento sea un espacio de encuentro, no de lucha.
🧺 Checklist rápido: cómo evitar peleas en la hora de comer
✅ Mantén una rutina clara y horarios regulares
✅ Evita pantallas y distracciones en la mesa
✅ Deja que los peques participen (poner la mesa, elegir entre dos opciones)
✅ No obligues a comer: ofrece, no impongas
✅ Sé un modelo: come con calma y muestra disfrute
✅ Cuida el ambiente: sin prisas, sin gritos, sin presiones
✅ Usa el humor o el juego cuando notes tensión
✅ Celebra los pequeños avances, aunque sean mínimos
En Babypar sabemos que cada comida es más que un plato en la mesa: es un momento para conectar, enseñar hábitos saludables y reforzar el vínculo familiar. Con paciencia, empatía y un poco de creatividad, las rabietas pueden quedarse fuera del menú.
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