¿Por qué mi hija quiere cremas y maquillaje con 8 años?

maquillaje niña mientras se mira en el espejo.

En los últimos meses, no deja de crecer una tendencia preocupante que muchas familias ya están empezando a notar: niñas de 7, 8, 9, 10 y 11 años interesadas —incluso obsesionadas— con productos de maquillaje, cremas faciales, antiojeras y otros complementos de belleza. Lo que antes era un juego puntual con el neceser de mamá, hoy se ha convertido en una rutina diaria para muchas niñas y niños. Y lo peor es que no hablamos de adolescentes. Hablamos de infancia.

Esta moda, lejos de ser algo inocente o divertido, puede esconder consecuencias emocionales profundas. Lo decimos como madres, padres, tíos, profes y adultos que ven con inquietud cómo esta tendencia afecta a millones de familias.

El impacto de las redes sociales y las influencers infantiles

Una de las grandes responsables de este auge es, sin duda, la exposición constante a redes sociales como TikTok o YouTube Shorts. Allí, niñas de 9 o 10 años —con miles o incluso millones de seguidores— enseñan su rutina facial con más pasos que la de un adulto. Aplican contorno de ojos, sérums, cremas con activos que no necesitan, polvos bronceadores y pintalabios como si fueran expertas en belleza.

Pero también hay adolescentes que, sin mala intención, crean contenido dirigido a un público adulto que termina siendo consumido por niñas pequeñas. El problema no es solo quién crea el contenido, sino quién lo recibe.

A diario, vemos cómo niñas pequeñas intentan copiar esas rutinas, gastando sus ahorros en productos de belleza y maquillaje que están muy lejos de ser adecuados para su piel… y, sobre todo, para su autoestima.

¿Por qué una niña de 8 años usa antiojeras?

La gran pregunta que se hacen muchas familias es esta: ¿por qué una niña de 8 años necesita un corrector de ojeras o una crema antiedad? La respuesta es sencilla: no lo necesita. Pero si cada día ve a sus referentes aplicándolos como si fueran imprescindibles, acaba creyendo que ella también los necesita.

Y eso nos lleva al verdadero problema: no es una cuestión estética, sino emocional. Estamos viendo cómo niñas que aún están aprendiendo a quererse tal como son, ya sienten que deben “mejorar” su rostro, esconder lo que no les gusta, disimular supuestos defectos… cuando su mayor belleza es ser ellas mismas, sin filtros ni cremas.

Las consecuencias invisibles

Este fenómeno puede parecer superficial, pero tiene efectos muy reales. El uso prematuro y constante de maquillaje o productos cosméticos puede generar:

  • Inseguridad corporal desde edades tempranas.
  • Dependencia emocional de la apariencia externa.
  • Pérdida de autoestima si no se ven “perfectas” como sus influencers favoritas.
  • Confusión sobre su identidad y valor personal.

Además, no debemos olvidar que los productos de maquillaje están formulados para pieles adultas. En pieles infantiles, pueden provocar irritaciones, alergias o desequilibrios en su desarrollo natural.

También afecta a los niños

Aunque la tendencia parece más visible en niñas, también hay niños pequeños sintiendo la presión de verse de cierta manera, tener la piel perfecta o lucir como influencers masculinos que promueven un ideal inalcanzable. La dictadura de la imagen no distingue entre géneros.

¿Qué podemos hacer como familias?

Desde casa, hay muchas formas de actuar ante esta tendencia sin caer en el drama ni el castigo. Algunas ideas clave:

La infancia es una etapa para disfrutar, para ensuciarse jugando, para inventar mundos, no para preocuparse por tener la “piel perfecta” o el maquillaje ideal.

maquillaje niñas pequeñas

Un problema que nos interpela a todos

Este artículo no es una crítica a quienes usan maquillaje, ni a las influencers jóvenes que quizás ni siquiera son conscientes del impacto que tienen. Es una llamada de atención. Un espejo en el que mirar como sociedad.

¿De verdad queremos que nuestros hijos e hijas crezcan pensando que necesitan una crema o un pintalabios para ser aceptados?

La belleza más valiosa no se encuentra en un neceser, sino en una infancia libre, feliz y sin filtros.