Por qué los niños necesitan aburrirse (y cómo gestionar ese momento)

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“Mamáaaa, me aburroooo…”
Si esta frase te suena (demasiado) familiar, no estás sola. A todos los padres nos pasa. En cuanto se acaba una actividad o no hay pantallas a la vista, aparece el temido aburrimiento.

Pero… ¿y si te decimos que aburrirse no solo es normal, sino necesario para el desarrollo de los niños?

Sí, has leído bien. El aburrimiento no es un enemigo que haya que combatir con actividades sin parar. Es, en realidad, una oportunidad para que desarrollen su creatividad, autonomía y tolerancia a la frustración.

Vamos a explicártelo bien y, lo más importante, darte herramientas para gestionar esos momentos sin sentir culpa ni caer en la hiperestimulación.

¿Por qué es tan importante que los niños se aburran?

Vivimos en una época donde los niños (y los adultos también) están hiperestimulados: pantallas, extraescolares, juguetes con luces y sonidos, agendas llenas de planes… Todo eso les mantiene entretenidos, pero también hace que no aprendan a gestionar el vacío, la espera o la pausa.

El aburrimiento, en cambio:

Activa la imaginación: cuando no tienen nada que hacer, el cerebro empieza a crear. De ahí surgen juegos inventados, dibujos originales o ideas inesperadas.
Fomenta la autonomía: buscan por sí mismos formas de entretenerse, sin depender de un adulto que lo solucione todo.
Desarrolla la tolerancia a la frustración: aprender a estar con uno mismo sin recompensa inmediata también es crecer.
Favorece la observación: cuando no hay estímulos externos, prestan atención a su entorno de otra manera (un insecto, una sombra, una nube…).

Pero… ¿cómo gestiono el aburrimiento sin volverme loco/a?

Aquí viene la parte práctica, porque claro que no es fácil escuchar a tu hijo decir “me aburro” cada cinco minutos mientras intentas teletrabajar o hacer la comida u otra cosa.

Lo primero: no corras a solucionarlo inmediatamente. Respira. El aburrimiento no es una emergencia.

Te damos algunas ideas para gestionar ese momento de forma respetuosa (y efectiva):

1. Normalízalo

Puedes decir cosas como:
— “Es normal aburrirse a veces, a mí también me pasa.”
— “A ver qué se te ocurre para hacer, seguro que tienes buenas ideas.”

Esto les ayuda a no verlo como algo negativo, sino como parte del día.

2. Ofrece un “menú de ideas” (pero sin dirigirlo todo)

En lugar de proponer actividades cerradas, puedes preparar una lista visible con opciones del tipo:

  • Dibujar con música
  • Hacer una casita con cojines
  • Mirar por la ventana y contar cosas raras
  • Hacer un cómic con pegatinas
  • Inventar una historia con tres objetos que tengas a mano

La idea no es entretenerlos tú, sino darles autonomía con sugerencias abiertas.

3. Deja espacio sin llenar cada minuto

No hace falta tener la tarde programada. Si tu hijo está un rato mirando el techo, no pasa nada. De hecho, ese rato puede ser oro para que algo creativo brote por sí solo.

4. Crea un “rincón del aburrimiento”

Sí, suena paradójico. Pero tener una caja o rincón especial con materiales para explorar (papeles, lanas, tubos de cartón, botones, cintas, pinzas, etc.) estimula la creatividad espontánea. Solo se usa cuando se aburren.

5. Ojo con las pantallas

Sabemos que ayudan en momentos críticos, pero si las usamos como solución automática ante el aburrimiento, les robamos esa oportunidad de aprender a inventar, esperar y crear.

Puedes establecer tiempos claros para las pantallas y también explicar por qué no se usan todo el tiempo. Frases como:
— “La tablet no es para cuando estás aburrido. Vamos a buscar otra cosa que hacer.”
funcionan mejor con práctica y coherencia.

¿Y si no hacen nada y se enfadan?

Habrá días en que lo intenten todo y digan: “No me gusta nada, esto es un rollo”. Y sí, puede frustrarte (y agobiarte). Pero recuerda: sentirse incómodo también es parte del crecimiento.

En esos momentos, acompaña sin resolver. Estás ahí, disponible, sin tener que convertirte en animador profesional. Puedes decir:
— “Estoy aquí si necesitas ayuda para empezar algo.”
— “Confío en que encontrarás algo interesante que hacer.”

Tenlo claro: el aburrimiento es el mejor taller de creatividad que existe

No hace falta llenar el tiempo de tus hijos con actividades, talleres, pantallas y juguetes nuevos cada día. A veces, hacer nada es el primer paso para hacer algo asombroso.

La próxima vez que te digan “me aburro”, intenta no reaccionar con prisa. Escucha, acompaña… y deja espacio. Estás sembrando algo mucho más importante que entretenimiento: estás cultivando imaginación, autonomía y tolerancia emocional.