Cómo gestionar la emoción (y la sobreexcitación) de los niños en Navidad

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Ya casi está aquí… la Navidad es, sin duda, una época mágica. Luces brillantes, villancicos, reuniones familiares, comidas especiales… y regalos por doquier. Pero para muchos niños, tanta emoción puede convertirse en sobreexcitación. Si sientes que tu hijo no para quieto, habla sin parar o se frustra fácilmente, no te preocupes: es completamente normal. La clave está en ayudarles a gestionar sus emociones para que puedan disfrutar de la Navidad sin estrés.

Por qué los niños se sobreexcitan en Navidad

Los niños viven la Navidad de manera muy intensa. Hay varios motivos por los que esto puede provocar sobreexcitación:

  • Cambio en la rutina: Las vacaciones implican horarios distintos, más salidas y más tiempo fuera de casa. Esto puede alterar su equilibrio emocional.
  • Estimulación sensorial: Luces, colores, música, olores y nuevos juguetes estimulan sus sentidos constantemente.
  • Expectativa de regalos y sorpresas: La ilusión por recibir regalos o participar en celebraciones puede aumentar su ansiedad y energía.

Estas situaciones son normales, pero si no se gestionan, la sobreexcitación puede derivar en berrinches, enfados o problemas para dormir.

Señales de que un niño está sobreexcitado

Es importante aprender a reconocer cuándo tu hijo necesita un respiro. Algunas señales comunes son:

  • Hiperactividad o hablar muy rápido.
  • Dificultad para concentrarse o seguir instrucciones.
  • Cambios bruscos de humor, irritabilidad o llanto fácil.
  • Problemas para dormir o despertar varias veces durante la noche.

Si observas estos signos, es un buen momento para intervenir de manera tranquila y amorosa.

Estrategias para gestionar la sobreexcitación

  1. Mantener rutinas básicas: Aunque las fiestas alteren un poco los horarios, intenta respetar momentos de sueño, comidas y actividades relajantes. La rutina proporciona seguridad emocional.
  2. Actividades relajantes: Dedica momentos del día a leer juntos, escuchar música tranquila o realizar juegos calmados. Incluso 10–15 minutos pueden ayudar a bajar el nivel de excitación.
  3. Técnicas de respiración y autocontrol: Enseñar a los niños a respirar profundamente o contar hasta diez les ayuda a calmarse antes de que las emociones se desborden. Puedes hacerlo jugando o con ejercicios sencillos adaptados a su edad.
  4. Espacios de descanso: Crea un rincón tranquilo en casa donde el niño pueda relajarse si se siente abrumado. Puede incluir cojines, libros o juguetes calmantes.
  5. Involucrar a los niños: Pueden ayudar a preparar la Navidad: envolver regalos, decorar el árbol o elegir adornos. Esto les da sensación de control y canaliza su energía de manera positiva.
  6. Preparar expectativas realistas: Habla con ellos sobre lo que pasará en las fiestas, evitando promesas exageradas sobre regalos o planes. Saber qué esperar reduce la ansiedad.

La emoción también es positiva

No se trata de eliminar la emoción ni la alegría. La sobreexcitación es una manifestación de entusiasmo y curiosidad. La idea es canalizarla para que los niños puedan disfrutar sin que la energía se convierta en estrés para ellos ni para la familia.

Consejos extras:

  • Evita castigos o reprimendas excesivas cuando el niño está muy excitado; esto puede aumentar la frustración.
  • Comparte con otros adultos responsables estrategias que funcionen: familiares y cuidadores deben mantener la coherencia.
  • Recuerda que cada niño es diferente: lo que calma a uno puede no funcionar con otro. Observa y adapta las estrategias según su personalidad.

La Navidad puede ser un tiempo de emociones intensas, pero con planificación, paciencia y herramientas simples, los niños pueden aprender a gestionar su energía y disfrutar de estas fiestas. Mantener rutinas, ofrecer espacios de descanso, practicar técnicas de relajación y preparar expectativas realistas son pasos clave para que la sobreexcitación no se convierta en un problema.

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